Después de las fiestas de agosto, ninguna reviste tanta importancia, ni superada en fervor, como las del 14-15 de septiembre: "El Santísimo Cristo de los Afligidos".
Comienza con el canto de la Alborada con ruegos y acción de gracias al Santo Cristo. A las doce, solemne misa y procesión y al regreso a la ermita, cantan "El Ramo" que ofrecen los mayordomos.
Este consiste en una gran rama de un árbol que se adorna con cintas y dulces variados colgando y en lo más alto se coloca un roscón. Lo porta el mayordomo y el grupo de cantoras detrás, van desgranando en bonitas estrofas, los favores recibidos.
Comienza en la puerta y termina ante el altar. Previamente se habían vendido papeletas y al final de la ceremonia se rifa.
Por la tarde se celebra un solemne rosario y Vía Crucis y hace años en la fiesta profana, toro o capea y siempre bailes populares.
Hay que hacer notar que existía una lista de voluntarios mayordomos y por orden, van haciéndolo dos familias cada año, por ser tantos los que quieren honrar al Sto. Cristo y publicar sus favores, considerados muchas veces como milagros. Los emigrantes siempre han llevado su imagen grabada y a el han acudido en sus tribulaciones, volviendo a postrarse a sus plantas al regresar a su pueblo natal.
Algunas costumbres, como El Ramo, se fueron perdiendo con el tiempo, pero en 1997, los mayordomos (Angelita González y esposo) la han renovado y así las nuevas generaciones la han conocido.
El 15 de agosto es la fiesta grande del pueblo, la de su Patrona la Virgen de la Asunción, (la "Virgen de Agosto), como la denominan los emigrantes. Se desconoce si la festividad de San Roque fue unida a ella por coincidir las fechas, o por devoción al elegirle su patrón.
Una y otra tuvieron mayordomos diferentes, cuando éstos abundaban, pero últimamente son los mismos por no haber ofrecimientos voluntarios.
Que llegaban las fiestas empezaba a notarse con "el blanqueo" de las casas, las ropas que habían de estrenarse, los dulces típicos, etc., pero era la víspera, cuando se entraba de lleno en ellas.
Comenzaban a sonar por las calles empedradas los chirridos de las ruedas de los carros tirados por los mozos, para cerrar la plaza en la que había de celebrarse las capeas, pues no todos los años se mataba "Toro" ¡Qué algarabía! ¡Qué silbidos y gritos lo anunciaban!A media tarde se echaban al vuelo las campanas a las que acompañaban los alegres cohetes y al oscurecer, el pasacalles por el tamboril, más tarde charangas, y anteriormente, guitarras.
A las cinco de la mañana comenzaba la alborada. Por las calles del pueblo se cantaban y se siguen cantando, con el mismo estribillo y música, estrofas a la Virgen, ensalzando sus gracias, haciéndole ruegos, etc., acompañados por el tamboril. Se hacen paradas en plazoletas, solanos y ante las puertas de autoridades y mayordomos, que obsequiaban con sendas bandejas de dulces y bebidas. Más tarde, otra vez pasacalle y llegaba la celebración religiosa.
La preciosa imagen de la Virgen Blanca, salía en fervorosa procesión, entre repique de campanas, tronar de los cohetes y el bullicio popular. Seguía la Misa solemne.Después de comer, lo más popular: los toros. ¡Como se ponía la plaza! Los balcones amenazando caerse y de hecho ocurrió con el de D. Basilio y el de Andrés González (hoy de Román Martín), los carros llenos, encima y debajo. Todos, mayores y jóvenes se convertían en toreros ante aquellas vaquillas que desde temprano tenía en la cuadra el Sr. Segundo (hoy herederos de Valeriano), que servían de chiqueros y todas las puertas de las casas, mediante palos, formaban los burladeros.
Al día siguiente, San Roque prácticamente se repetía lo mismo: pasacalles, procesión, misa, capea y bailes, muchos bailes a todas horas, mañana, tarde y noche.Cuando los mayordomos eran grupos de jóvenes amigos, la fiesta aumentaba. Es de recordar por los años 1951 en que lo fueron la panda de Ramón, Pijulique, etc. El primer día y la de Salu, Acacio, etc, el segundo.
Se picaron entre ellos y resultó estupenda. A la corrida acudió el Sr. Obispo de Coria, que residía aquí durante el verano. Fue a buscarlo a su palacio, un cortejo acaballo y chicas ataviadas con trajes típicos y pañuelos de manila, con los que adornaron tambrén los balcones de presidencia. Acudieron, rgualmente, los semrnarrstas de Coria, que en diversos grupos convivían durante el verano en el pueblo, ubicados en el Convento-Asilo. Hubo de todo en estas fiestas, pero prrncrpalmente alegría y emoción.
Además de familias, han sido muchos los grupos, calles y barrios, los que han ido honrando a la Virgen de la Asunción, hasta nuestros días. Más tarde se han rdo introduciendo nuevos festejos, como pregón de fiestas, elección de reina, concursos y juegos.
A principios de siglo se celebraba un baile en el frontón y otro más de élite en el prado de Luisa Hernández. Después, pasando por diferentes locales y salones, hasta con la evolución de las técnicas modernas, llegar a la discoteca. Pero, en fiestas, se sigue bailando en la pista municipal, ubicada en un incomparable paisaje que forma un bosque de robles milenarios.Ahora son los conjuntos musicales los que amenizan las fiestas, pero como éstos, según costumbres o modas, no comienzan hasta altas horas de la noche, se ha perdido un poco el concepto externo popular de la fiesta rural. Los toros se celebran en plazas cerradas.
Han surgrdo las peñas, siendo la primera en el año 1982, denomrnada "Los Trompas".
Las ceremonias religiosas srguen rgual, desde La Alborada a las Procesiones y tampoco, creo, que ha cambiado el espíritu hospitalario que siempre caracterizó a este pueblo, cumpliéndose el dicho: "Lagunilla, donde nadie es forastero".
El 25 de Julio se celebra la tradicional romería en la mata de Santa Ana
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